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Despejado
COLUMNISTA
20 de septiembre de 2016
Ely Grimaldi
Inspectora Nivel Primario
Cuando el aula y la vida se conjugan hermosamente...
Para nosotros es Anita, aunque sabemos que se llama Alejandra Manzo; pero ocurre que la conocimos y nos enamoramos de ella mirando esa peli.
El curso de Redacción Administrativa y Comercial que tuve oportunidad de dictar, desde el Centro de Formación Profesional 402 extensión UPCN Lezama, a 9 maravillosas personas, me permitió volver al aula después de un cierto tiempo de no hacerlo directamente.
Como suele sucedernos a los docentes, iniciar la actividad frente a un grupo de alumnos nuevos y pretender hacerla interesante merece, como mínimo, conocernos para que cada encuentro tenga un sabor único.
Fue así que en ese ir y venir de cada una de las clases, pude plantearles un proyecto que consistió en mirar la película argentina “Anita”- si no la vieron recomiendo hacerlo- para luego escribir el cuento infantil basado en esa historia, y por supuesto mis alumnos, salieron al encuentro de la prosa que expresara no solo lo ocurrido sino todos los sentimientos que la misma trajo a flor de piel.
Mientras ellos se abocaban a escribir teniendo en cuenta la coherencia y la cohesión, el buscar sinónimos y antónimos para que el texto no sufra de redundancias; mientras se dedicaron a entender cómo se construye una trama con el vocabulario adecuado para los niños, a buscar la idea más adecuada, a organizar correctamente las oraciones, mientras desentrañaban como explicar en párrafos cortos una idea intensa; yo, además de guiarlos en la ardua tarea, gestionaba para que podamos ir a conocer a quien inspiró todo el proceso.
Y fue así que un sábado de septiembre pudimos ir a ver la obra que está protagonizando: “Indiscriminadamente discriminados” – vamos a hacer lo posible para traerla a Lezama- y pudimos abrazarla, salir a comer con ella, contarle todo lo que hicimos para ir a conocerla, le regalamos los libros- en total cuatro versiones deferentes- y entonces este ser maravilloso, se emocionó con nosotros hasta comprarnos el corazón para siempre.
Quién no haya visto la peli seguro no comprenderá el porqué de la emoción, quien lo haya hecho compartirá nuestra alegría.
Ale tiene esa sencillez, humildad, simplicidad; esa alegría por vivir, la sonrisa siempre dispuesta, el abrazo eterno. Ale es todas las y los Ale que podemos conocer diariamente. Es simple como todos quisiéramos ser. Es una persona increíble, amorosa, preocupada por sus semejantes. Tiene una inteligencia emocional tan exquisita, es intuitiva, amable y compradora; no porque se lo proponga sino porque su naturaleza te invita a sumarte a su vida.
El aula, ese espacio tan increíble nos permite crear junto a otros, desarrollar contenidos pero también sentidos y sentimientos. Nos posibilita acercarnos, comprendernos, conocernos al punto de no constituir una única mirada y eso ocasiona que el juzgar no forme parte de las historias.
Ese espacio que está poblado por alumnos, por docentes y por esos contenidos que nos invitan a contextualizarlos para que la tarea cotidiana sea conscientemente preparada y lo suficientemente creativa para que la diversión también forme parte del hacer.
Para poder escribir bien hay que abrir la mente, expandirse. No se puede estructurar el pensamiento para solo un tipo de redacción textual, tenemos que leer, interpretar, viajar- con el físico o con la imaginación-, conocer lugares, distintas formas de vida y de cultura, observar atentamente, descubrir, y de esa manera podremos decidir que decir y hacerlo sabiendo que aquello que decimos transmite exactamente lo que deseamos que el otro interprete.
El curso llegó a su fin pero mis alumnos y yo nos consolidamos como grupo, forjando un vínculo estable que perdurará, porque aunque dejemos encontrarnos en clases, jamás dejaremos de encontrarnos en los momentos, en todos los espacios, en las sensaciones, en las emociones y en cada lugar por los que transitamos. Aprendimos y enseñamos, nos escuchamos, nos valoramos y por sobre todo nos respetamos como seres individuales, distintos pero tan iguales.
El curso posibilitó un certificado, un libro, un ser de luz, muchos saberes, muchas charlas, muchas risas, algunas lágrimas, varios momentos y por sobre todo una gran amistad.
El aula vista como espacio propicio para múltiple encuentros… tiene estas cosas...
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