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SALUD
24 de junio de 2015
Licenciada Laura Vignola - Columnista invitada
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De la misma forma que la mujer tiene en determinada edad su climaterio, que marca el cese de la menstruación y la incapacidad de tener más descendencia, el hombre va perdiendo potencia sexual pero sin períodos tan marcados ni mermas tan significativas. A esta etapa se la llama andropausia, la cual no implica como en la mujer ningún cese definitivo sino que es un proceso gradual que, a diferencia de la menopausia femenina no marca el final de la fertilidad, dado que los hombres pueden ser fértiles hasta edades muy avanzadas,
La testosterona es una hormona naturalmente producida en el cuerpo humano. Aunque se produce tanto en hombres como en mujeres, los niveles varían entre ambosdependiendo del recuento de espermatozoides que tenga. A partir de los cuarenta años los varones experimentan una pequeña disminución de la testosterona u hormona masculina, que suele descender en 1% anual aproximadamente. Al llegar a la pubertad el hombre produce un notable incremento en su producción lo que da lugar a los cambios propios tanto fisiológicos como psíquicos.
Los síntomas más frecuentes para determinar que el hombre ha llegado a esa etapa son la falta de energía para realizar las actividades habituales, alteraciones del carácter, cambios drásticos en el estado de ánimo que producen por ejemplo ganas de llorar sin una razón aparente, irritabilidad o euforia, disminución del deseo sexual y de la respuesta de erección, pérdida de fuerza muscular y acumulación de grasa en la zona abdominal, entre otros.
Una serie de factores ambientales, psíquicos y sociales influyen en la manifestación e intensificación de esos síntomas. Entre los 40 y 50 años se produce un período crítico que se denomina popularmente como “la crisis de los cuarenta”. Esto se debe a que en esa época su vida ya ha tomado una dirección determinada y las posibilidades de cambiar ese rumbo son cada vez menores. En muchos casos las expectativas, tanto laborales como sociales que se tenían no se han cumplido y eso provoca un estado de crisis personal algunas veces bastante intenso.
A partir de los 50 o 60 años, la vida laboral va disminuyendo y en algunos casos concluye, y puede aparecer la depresión post retiro. Se dan también una baja en la actividad social y cambios familiares como el abandono del hogar paterno por parte de los hijos. Todo esto facilitará en el hombre una necesidad de reconocimiento y reafirmación a nivel psicológico, pudiendo buscar la huida generando cambios bruscos tales como el uso del alcohol o drogas o la búsqueda de aventuras amorosas generalmente con mujeres más jóvenes como una estrategia para reafirmar su virilidad en un intento desesperado por recuperar la juventud.
En general, los hombres que transitan mejor por esta etapa de la vida son aquellos que “no tienen tiempo para dejarse morir”, es decir personas que mantienen estrecho contacto con su círculo íntimo y de amistades, que se preocupan por los demás, que están no solamente actualizados sino comprometidos y dispuestos siempre a dar una mano. Personas con proyectos e iniciativa personal, siempre ocupadas en algo y con algo importante que hacer.
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