Memoria de periodistas

Pensar en el valor de la palabra en tiempos de silencio lleva a reflexionar sobre la importancia de la libertad de expresión y la censura. Cuando se inician los años del gobierno de facto la idea era que había una sociedad débil que necesitaba herramientas, apoyo y entonces en ese plan venían como salvadores los representantes de las Fuerzas Armadas y del sector económico que apoyaba esta doctrina. La idea era que la sociedad debía fortalecerse a través de un discurso.
No sólo se trataba de aniquilar los elementos extremistas, sino también a una serie de “otros” que era un conjunto muy grande de personas y de profesionales entre los que estaban principalmente los docentes, las universidades y colegios como sitios de elaboración del pensamiento y de concientización. Y otro grupo entre los que se cuentan los periodistas y los medios como sector minoritario porque el 1,6 % del total de los desaparecidos y/o asesinados fueron periodistas. No era un grupo para nada menor en el sentido de la importancia estratégica que tienen frente a otros, ya que el primer lugar al que van los investigadores para comenzar a construir el relato de la historia  son los diarios. Entonces se presenta la cuestión de que cuando hay que empezar a contar qué es lo que pasó y de qué modo pasó…no hay crónicas.
112 periodistas en total desaparecieron o fueron asesinados en la etapa del proceso, de los cuales el 90 % eran hombres. El 90 % eran periodistas de los medios gráficos. No es esto casualidad, porque la gráfica queda, se lee. Y uno de los trabajos de los censores era revisar los textos que aparecían en los diarios y revistas, y así era muy fácil mandar a buscar a alguien en tanto había dicho tal cosa en los diarios.
Paradójicamente fue un medio llamado The Buenos Aires Herald el único que publicó las solicitadas con pedido de paradero de personas en ese momento. Este diario estaba escrito en inglés, por lo tanto los militares no lo tuvieron en cuenta, así fue que el Herald tomó el emblema de la búsqueda y ayudó a las organizaciones que en ese momento estaban ayudando a las familias de los desaparecidos.
¿Por qué el periodismo? Porque el periodismo tenía una herramienta fundamental en ese momento. No hubiesen podido ser posibles la duración y las características del Proceso de Reorganización Nacional sin el apoyo y la connivencia de los medios de comunicación y sin la propaganda que ejercieron. Desde los medios se castigaba todo aquello que no tuviese que ver con el mundo occidental y cristiano.
A pesar de que ha señalado a muchos otros sectores o grupos, el periodismo es un sector que no ha hecho su autocrítica. Muchos periodistas que fueron defensores a ultranza del proceso hoy por hoy están en la vereda contraria o quieren hacer parecer como que estaban condicionados. Es un lugar muy peligroso para cualquier persona pero muy especialmente para un periodista…Uno no puede decir una cosa hoy y otra mañana, tiene que ejercer la consciencia. No vendemos zapatos, contamos la noticia; la objetividad no existe pero tenemos que tratar de ser lo más objetivos posible y dar cuenta de la realidad, porque ese es el fin y el objetivo de este trabajo.
Hoy ejercer la memoria tiene que ver con no volver a repetir los mismos errores. Hoy tenemos otros temas que por ahí son salientes y que también se guardan debajo de la alfombra de la sociedad: trata de personas, prostitución infantil, desaparecidos en época democrática y son temas que los medios en general no toman con la seriedad o la continuidad que merecerían. Por eso es que en cada época y a pesar de todas las contingencias quien está en la profesión debe dar cuenta de esto todos los días. Esa es la importancia de esta profesión, de este trabajo frente a cualquier otro. Uno no puede decir algo que no está metido dentro de la consciencia y debe actuar siempre en consecuencia cualquiera sea el escenario.