Maestro Carlos Pieske (1983 más o menos)

Estuve de maestro en la querida escuela Nº 28 del paraje La Horqueta.
Cuento esta anécdota que es verídica, me reservo su nombre por prudencia, pero algunos chicos han de acordarse todavía.
Un saludo a todos y 
Felíz Aniversario

“Un Galopito y Vuelvo”
“Fulanito” había empezado ese año también su primer año de escuela. Para los padres era su primer hijo y éste niño era muy mimoso, sobreprotegido, diría yo.
Venían de un puesto a unos 3 kilómetros de la escuela, y digo venían, pues su madre lo acompañaba hasta la escuela, cada uno en su caballo. “Fulanito” prendido de su madre no quería saber nada en “destetarse” y entrar al salón solo.
Durante la primer semana, incluso le permití a la mamá estar en el salón de clase, El niño parecía una lechucita en el palo... cada rato giraba su cabeza para estar seguro de la presencia y cercanía de su madre.
La segunda semana, hablé con la señora explicándole yo que podía llegar a tener algún problema si venía una inspectora y encontraba una persona extraña en el salón y le pedí que se quedara afuera. Así lo hizo, “Fulanito” buscaba cualquier excusa para levantarse, acercarse a mi escritorio y, de paso fijarse si su madre estaba aún. La tercer semana, le comenté a la señora, que le dijera a su hijo que ella lo esperaría en la casa de unos vecinos. A una cuadra de la escuela vivía un matrimonio mayor. El, no muy convencido pero aceptó y en cada recreo, lo primero que hacía era mirar para la casa vecina y ver si el caballo de su madre estaba allí.
La cuarta semana, viendo que todo funcionaba bien, la convencí a la madre que se fuera a su casa y que volviera a la hora de salida... Había que cortar por lo sano... ¡Para qué!
Cuando salió al recreo y no vio el caballo de su madre atado en la casa de los vecinos se largó a llorar a los gritos. No lo podía tener, se me abrazó al poste de la tranquera y no se lo podía hacer largar. Hice tocar la campana y que el resto de los chicos entraran a ver si lo podía convencer sin tantos testigos. Pero no había caso. De pronto, entre sollozo y sollozo me dice: “¡Che, maestro, vos sé buenito, dejame, voy a casa de un galopito, hago una “cagadita” y vuelvo.!”

Chiqui  Salice
Hola escuelita querida y hola seño Susana!!! Que hermoso encontrar por aquí un pedazo de mi infancia. Recuerdo con tanto cariño la escuelita, las carreras de sortija, los bailes en el salón, las fantas en botellita de vidrio!!! Mi alma se llena de amor al recordar esas épocas, de ir a caballo, con medias en las manos para atajar un poco el frío.. De llegadas tarde por juntar margaritas para llevarle a la seño!! tomar agua de la bomba después de las corridas y escondidas de los recreos!! Las rayuelas hechas con tiza en las horas de la tarde.. Que recuerdos!! Muchas gracias Susana Funes por traerlos a mi mente y estrujarlos en mi corazón!!