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OPINION

12 de abril de 2016

Defensa propia o sed de venganza

(*) Andrés Penachino - Columnista Invitado

El asesinato artero y brutal del cerrajero Daniel Fernando De Negris Rodao, a fines de Marzo próximo pasado, en pleno centro porteño, en un arrebato de venganza de un valijero, a quien momentos antes, motochorros le habrían sustraído un maletín con una importante suma de dinero, nos hace reflexionar sobre el uso de armas de fuego para defensa propia.
Sin dudas, quien empuña un arma para defenderse sin estar instruido en su uso, corre el  riesgo de incurrir en una adversidad mayor de la que está intentando evitar; herir o matar personas inocentes. El ejemplo del cerrajero es a todas luces válido. Ser idóneo en el uso de un arma, no significa solamente tener buenas marcas en un polígono, allí únicamente aprenderá a tirar correctamente. 
 Sólo estará habilitado profesionalmente para empuñar un arma únicamente cuando sepa: dónde, cuándo y cómo usarla en forma racional. Comprendiendo perfectamente estas premisas fundamentales podrá justificar su tenencia en el hogar o portación autorizada. 
También deberá tener la serenidad y el equilibrio emocional necesario para entender la diferencia entre defensa propia y venganza propia, dado que entre una y otra situación hay un brevísimo trecho.
Todos los que entienden de armas, decididamente se resisten a que un ciudadano inexperto las manipule. Ellos saben que son manifiestamente peligrosas; una incomodidad que interfiere con la tranquilidad y responden más a una angustia y una modalidad impuesta, que a una necesidad concreta.
Las estadísticas en el uso de las armas de fuego demuestran claramente que hay muchas más muertes accidentales, suicidios y asesinatos intencionales, que las bajas provocadas a la delincuencia por sus víctimas en legítima defensa.
Si necesita un arma porque así lo entiende, es preciso que se instruya y sepa todo sobre ella, incluyendo sus allegados directos.
Jamás deberán jugar con armas pues ellas no admiten un solo error.
¿Está UD. preparado para un enfrentamiento armado?
¿Que sabe de su hipotético agresor?. 
¿A quién deberá enfrentar?. 
¿Cuál es el perfil de su enemigo?.
En general, hoy los delincuentes poseen una elevada carga de irracionalidad y pocos escrúpulos; portan armas y no tienen reparos en usarlas. Ellos pueden asesinar a sus víctimas sin previo aviso ni provocación alguna. Las armas son la extensión de su persona, constantemente realizan mantenimiento sobre las mismas. 
Dependen de ellas como el oxígeno que respiran; adquieren cuanta revista especializada e instructiva encuentran y se devoran los artículos sobre novedades. Saben perfectamente cuáles son las mejores municiones, practican el arte de desenfundar con rapidez  u otras técnicas. Son sus herramientas de trabajo cuando cometen un ilícito, cómplices y socios en su negocio. 
Viven del otro lado de la ley, por lo tanto nada los hará permanecer dentro de los límites relativos a las conductas legales. 
Hay una diferencia muy marcada e importante entre UD. y un delincuente. Piense en su vida, en su familia, su casa y su trabajo. El criminal no tiene aspiraciones, ni le importa vivir pues no  tiene nada  y  nada pierde; de hecho, cuando comete un delito, sabe que puede perder su libertad o su existencia, pero ninguna de esas dos cosas le interesan. 
El vivir permanentemente al límite, le da un grado de violencia adicional, (las pruebas están a la vista y a diario) que jamás puede compararse con la que usted desarrolla. 
Es conveniente indicarle que el malhechor siempre tiene la ventaja de sorprenderlo, esta ventaja inicial va acompañada a la facilidad con que puede resolver asesinarlo. Quizás ya participó de  enfrentamientos armados y sabe a lo que se expone  -  ¿y  UD. ?
Desde el momento en que desenfunda el arma para intimidarlo está resuelto a matar, sólo por el mero hecho de desconfiar de sus movimientos o que UD. extraiga un arma y decida enfrentarlo. Elaborar una estrategia en un momento de extrema tensión para contrarrestar una acción armada, sólo desviará su único objetivo, que es el de conservar la vida.
También es necesario conocer,  que un enfrentamiento armado conlleva una gran carga de violencia con finales que siempre terminan en catástrofes personales.
Estos son sus oponentes.  Y a no ser que usted tome este asunto tan en serio como ellos, estará  mejor sin un arma, aunque entienda que corre los mismos riesgos que el resto de la ciudadanía.
Si los ciudadanos no entienden que deben prevenirse del delito, poniéndose a resguardo en vez de enfrentarlo, se generalizará el uso de las armas, corriendo el riesgo que la violencia se instale aún mas en esta sociedad, pasando entonces a ser un problema muchísimo mayor que los actos delictivos que se deseen impedir.
 El ejemplo más crudo es la frecuente justicia por mano propia a manos de ciudadanos civiles armados, cuyas acciones se podrían catalogar de homicidios por mano propia en vez de justicia por mano propia.
La generalización de la violencia esta poniendo de manifiesto una crisis social, que debiera convocar a una minuciosa reflexión por parte de la ciudadanía toda, ya que en un breve plazo excederán los métodos preventivos, disuasivos y ejecutivos de nuestras fuerzas de seguridad.
La prevención es una forma de defensa propia sensata.

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