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Despejado
23 de diciembre de 2014
“Eres luz de Navidad cuando iluminas con tu vida
el camino de los demás con la bondad, la paciencia,
la alegría y la generosidad”
Papa Francisco
Editorial de Semanario El Espejo del martes 23 de Diciembre
Siempre con la palabra justa, en un mensaje claro y sencillo, hasta campechano si lo analizamos estrictamente desde nuestra mirada argentina. El Papa Francisco ha sabido, desde que asumió sus labores de Sumo Pontífice, captar la atención del mundo desde lo discursivo. Ha sabido trasladar al llano la palabra de Dios e interpretar desde una mirada comprensiva y no alarmista los acontecimientos de la realidad. Despojó de adornos el discurso del Vaticano, como un reflejo de su política de austeridad en lo que a bienes y objetos refiere.
En su mensaje para las fiestas, el pasado domingo desde la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el papa Francisco llamó a los fieles a celebrar “una Navidad verdaderamente cristiana, libre de toda mundanidad”. Con ello nos convoca a despojarnos también del adorno, de las frivolidades que a veces comprenden los festejos por la Navidad y cambiarlos por la sencillez y la humildad, por la entrega hacia los demás, que es donde el amor de Jesucristo encuentra sentido.
En su catequesis, Francisco explicó que a veces "Dios manda un ángel, pero no nos damos cuenta de que está allí porque estamos inmersos en nuestros pensamientos, en nuestros asuntos". Gran verdad, la carrera que el mes de diciembre comprende para los seres humanos nos acapara la energía, para desviarnos con facilidad de lo realmente importante. Una seguidilla de actividades, cierres, protocolos y exigencias nos envuelve y exige de nosotros una dedicación que, muchas veces, nos lleva hacia lo urgente y nos aleja de los sentidos de la vida.
El sentido de la Navidad, del nacimiento de Jesús, busca justamente lo contrario: el descubrimiento de lo fundamental para el buen cristiano, el reflejo de uno en los otros, la paz compartida, la unión en los afectos compartidos que no es más que el amor de Cristo en todas sus formas posibles.
Despojarnos de la mundanidad es volver a un menú tradicional, sin ostentaciones y derroches, pensando en los que no tienen algo para compartir. Es enseñar a los hijos, desde pequeños, el valor de los sentimientos más que de las cosas materiales. Es orar por aquellos que están solos, a veces en un mar de gente. Invitar, acompañar, compartir, perdonar. La navidad debe ser siempre una invitación a ser mejores personas y para eso es necesario estar lo más lejos posible de la mundanidad y el consumo.
Que tengan una maravillosa Navidad, que Jesús llegue a ustedes para cambiar de forma positiva sus realidades, que renazcan en los corazones la alegría y los buenos sentimientos. Que tengan amor, paz y felicidad compartida.
¡Feliz Navidad para todos nuestros lectores, para toda la comunicad! Que Dios los bendiga…
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