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Despejado
5 de junio de 2018
Cada semana el panorama se renueva y el Centro Cultural nos acerca a cumplir la ilusión de volver a tener un teatro, un cine, donde dejar volar la imaginación y disfrutar de lo artístico.
Entrar a este edificio en reconstrucción es emocionarse por lo que vendrá y por el recuerdo de lo que fue y significa este lugar para la identidad lezamense.
“Ahora es una obra, pero yo ya me lo imagino con las luces prendidas”, dice el Director de Cultura Dario Blanco mientras recorre las dependencias junto al encargado de la empresa Cobaires, Sr. Gerardo Pinglo, y la obra está a pleno. Cada semana hay algo nuevo para mostrar y en cada metro cuadrado se proyectan actividades y servicios.
En la planta baja se construye la gran sala, baños para el público, escenario, 3 camarines con un baño, un sótano para depósito de escenografía/utilería y un pasillo lateral de acceso externo para artistas (podrán ingresar directamente a los camarines ubicados junto al escenario sin pasar por donde está el público).
La sala tendrá una capacidad de 296 butacas, estará precedida por un hall de acceso con oficinas y boleterías, y presentara un declive suave de 50 cm hacia el escenario.
Pero eso no es todo, en la planta alta donde ya se construyó una losa se levantan paredes de la sala de sonido e iluminación, con dos depósitos, una baulera y escalera de uso exclusivo de la técnica. La escalera tradicional del salón cultural, que se conservará, conduce a una gran sala que tendrá espacios separados para talleres culturales. A su vez sobre la que era la terraza se trabaja en la construcción de un ámbito de reuniones, la oficina del Director de Cultura, baño y balcón hacia la calle Cobo.
La obra es un orgullo compartido porque homenajea nuestro origen, promueve nuestra identidad y proyecta la actividad sociocultural hacia adelante. “El proyecto supera lo que podíamos imaginar para este lugar”, resume Dario Blanco.
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