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Despejado
12 de abril de 2016
Entrevista a Ana Laura Maquirriain y Lorena Ardú
Son de Lezama, les gusta la actuación, y este año participaron de la 19º edición de “Jesús el Camino”, una obra “desde el corazón”, como titularon ellas esta charla que mantuvieron con Semanario El Espejo.
Cómo llegaron a formar parte del elenco, la emoción de ser parte de una historia que después de tantos años sigue emocionando a quienes son creyentes, y ¿por qué no? a quienes no lo son...
¿Ustedes forman parte el Teatro Comunitario de Castelli? ¿Cómo llegan allí?
Ana: Sí, soy parte desde el año pasado del grupo de Teatro Comunitario "Acá Estamos" que lleva adelante la obra: "Todos somos Castelli". Me integro porque una de mis colegas en la Escuela Primaria 13 es la profesora que dicta dicho taller.
Lore: "Jesús el camino" es mi primera experiencia en teatro.
¿Por qué se llama “comunitario”?
Porque interviene en la comunidad, aborda temas significativos para ella: nombres, espacios, momentos. No es el teatro convencional de autor, todos escribimos y repensamos su estructura.
¿Ya han estado en el escenario representando alguna obra?
Ana: Si, el año pasado intervenimos el Museo con el grupo de teatro. Interpretando, en mí caso, dos veces a la señora Colombo. En el aniversario de Castelli participé en el cortometraje como inmigrante.
¿Qué pueden decirle a quienes nunca han actuado?
Es una experiencia recomendable que permite crear, posibilita la liberación, el escape de la rutina, reduce el estrés, calma tensiones y te permite trasladarte en tiempo y espacio.
Si tuvieran que nombrar los beneficios de la actuación ¿Cuáles serían?
Consideramos que actuar es jugar, es hacer lo que nunca harías, decir lo que nunca dirías, hacer catarsis, encontrarse y desencontrarse.
¿Cómo llegan a integrar el grupo de actores de Jesús el Camino?
Lorena: siempre tuve ganas de conocer la obra, pero recién en el 2015 asisto como espectadora. Muy sorprendida por toda la puesta en escena, sigo el recorrido hasta que me encuentro con Leo Torrez, compañero del Coro Municipal de Lezama. Conmovida y sintiendo admiración por su actuación (en los ensayos nunca me había mencionado que participaba de Jesús el Camino) decido indagar sobre qué requisitos solicitaban para participar. Él fue quién me estimuló y ayudó en mi integración.
Ana: Había visto la obra hacía varios años. Participando en el grupo de teatro me encuentro con Reinaldo Barragán, quién hace uno de los papeles de Jesús. Él me invita y me acerca al grupo de Jesús el Camino.
¿Cuánto tiempo de ensayo tuvieron?
La obra es siempre la misma, y por lo general, los actores no varían en su totalidad. Se comienzan a reunir en febrero, después del carnaval, para la organización en general. Nosotras fuimos a cinco de los siete ensayos. Mucha gente se une la última semana porque ya conoce el circuito y la dinámica de la obra.
¿Los personajes los eligieron? ¿O los designa el director de la obra?
Fuimos con la idea de participar como pueblo, el que acompaña a Jesús en su trayectoria. Cuando llegamos, nos presentamos e inscribimos, el director nos asignó los papeles de novia (Lorena) y viuda (Ana).
Algunos roles van cambiando a medida que pasan los años, hay papeles que se turnan, y este año, quisieron darle la oportunidad a las nuevas incorporaciones.
A quienes somos creyentes, aún viendo la obra varias veces nos emociona ¿Qué les sucede a ustedes?
Lorena: Desde ya, la emoción surge en cada escena, desde verlo caminar a lo lejos a Jesús para bautizarse, hasta acompañarlo mientras carga nuestra propia cruz y nos entrega a su madre. Claro está, que se reviven historias personales, desde momentos de tristeza hasta el agradecimiento por disfrutar la vida y sus bendiciones.
Ana: La obra nos atraviesa desde el primer día de ensayo. Particularmente me generó un acercamiento a la fe, una reconciliación.
El público está prácticamente encima ¿Eso les cambia algo?
La actuación se vive de una manera muy distinta al ensayo. Sabemos que el público va con cierta expectativa, lo que nos genera, en determinadas oportunidades, ansiedad y nervios.
Hay escenas críticas, intensas, de amor y de dolor en donde sólo se percibe lo que se está contando sin considerar que se está actuando.
¿Sienten que Jesús el Camino es algo más que una obra de teatro?
Por supuesto, mucho más que una obra, todo es muy conmovedor.
Sabemos que algunos integrantes se preparan durante largo tiempo para lograr el aspecto adecuado: se dejan la barba y en el caso de los actores quien hace de Jesús por ejemplo, intentan mantener el largo del pelo.
Nos encontramos también, con familias compartiendo la ceremonia de Jesús: mamá, papá e hijos; abuela y nietos, mamás con niños e incluso amamantando durante los ensayos, amigos, vecinos y compañeros de la vida.
Particularmente nos llamó la atención y emocionó la participación de jóvenes muy comprometidos, algunos de ellos, desde los primeros años de la obra, transitando por diferentes papeles.
Es también admirable el trabajo que no se ve. Hay un grupo de señoras que se preocupan y ocupan del vestuario, en todos los detalles: que el velo nos quede bien, que las telas combinen, que todo esté en su percha, tenga su perfume y esté en condiciones. Además se encargan de los objetos necesarios para la actuación, todo ordenado, prolijo y responsablemente diseñado.
El clima en los ensayos, más que agradable: saludos, abrazos, mates, risas, autos a disposición. En todo momento nos hicieron sentir parte del grupo y del proyecto.
Si tuvieran que contar una anécdota de la obra ¿cuál sería?
Podríamos contar muchas anécdotas, desde retener el colectivo para que no nos deje, hasta esperas interminables con mate a la vera de la ruta; maquillaje sutil para simular cara lavada, búsqueda de calzado apropiado (no plástico, sin brillo ni tachas, marrón o negro), tapado de tatuajes varios, control diario de la imagen individual por parte del director, caída de personaje clave, salto de audio en plena actuación (insólito en 19 años), pérdida de lente de contacto, rememoración de letra en situaciones cotidianas, etc. Situaciones que hoy nos sacan una sonrisa y motivan para volver el próximo año.
Nota completa en la edición impresa de Semanario El Espejo del martes 12 de abril de 2016
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