“Hemos tenido varios acontecimientos, eventos y estamos muy satisfechos de poder cumplir con las actividades cotidianas del club”, dice la Profesora Natalia Miller, que desempeña el rol de directora desde diciembre pasado. No es para menos, el centro le ha cambiado el panorama a un grupo de abuelos que a diario comparten allí ocho horas con sus pares y un equipo que los asiste en todo lo que requieran. Cada uno de ellos tiene una historia particular, a algunos este espacio les ha  cambiado la cara, a otros el día y nos atreveríamos a decir que seguramente habrá casos en los que les cambió la vida. 
El centro surgió con el objetivo de generar un espacio comunitario de atención a adultos mayores en situación de vulnerabilidad, y la propuesta de integrarlos a la participación social a través de un plan de actividades de multiestimulación. En la actualidad ha colmado su capacidad y recibe de manera permanente solicitudes de ingreso.
El Espejo visitó sus instalaciones en un momento de tranquilidad, a dos horas de culminar la jornada. Pero en realidad allí la actividad es constante, los tiempos cambian y la antes llamada clase pasiva ha dado lugar a una generación cada vez más dinámica, que demanda actividades y proyecta salidas, encuentros, festejos. No paran y es una satisfacción que así sea.

¿Cómo es una jornada en el club?
Se inicia con la llegada de los integrantes, se hace un desayuno, luego se van presentando los talleres que tiene cada uno un objetivo específico y los denominamos talleres de multiestimulación.  Está el taller cognitivo, luego el de movimiento – de actividad física- donde se realiza natación y después está el taller de armado. Así sería un lunes, por ejemplo. Los martes tienen el taller socio afectivo, donde se encargan de expresarse y festejar los eventos, cumpleaños una vez al mes y también salidas institucionales, al hospital, escuelas. Otros talleres son el de movimiento (gimnasia), yoga, coro  y música, cocina y próximamente el armado de una huerta orgánica. Después todos los días hay una extensión de la escuela primaria donde la docente Fernanda Luciana les brinda la clase a todos los adultos mayores que no han terminado la escuela primaria.

¿Cuál es la población a la que se dirige este proyecto?
Está destinado a todos los afiliados de PAMI mayores de 60 años autoválidos o con autonomía funcional disminuida que requiere un apoyo social, que no necesite ningún tipo de asistencia continua. También menores de 60 años en proceso de  fragilización, los que viven solos o con grupos familiares con diferentes funcionalidades, los que atraviesan una situación de aislamiento o soledad por la pérdida de algún familiar o vínculo afectivo. Cada uno de estos afiliados que se acerca, tiene una especie de evaluación de la problemática existente, a través del psicólogo y la asistente social, y en base a ello se decide si se hace o no la admisión. Toda la capacidad del club -42 afiliados- está cubierta en la actualidad. Se va manejando en el caso que haya alguna baja, porque siempre hay pedidos. 

Desde que llegan hasta que se integran a la gran familia ellos deben experimentar grandes cambios ¿No?
Sí, nosotros tenemos indicadores de avances que es una forma de evaluar en cada taller y lo vamos haciendo mensualmente y cada seis meses. Los cambios son muy notables, lo vamos viendo día a día y ellos mismos también son conscientes de esos cambios y te lo hacen saber.

¿En qué se aspectos se nota?
En algo donde es muy notable es en lo nutricional, que puedan tener una alimentación adecuada. Nosotros lo dividimos con metas a corto plazo y tratamos de que incorporen un régimen alimenticio programado, por un menú semanal, de diez comidas variadas conforme a lo que puedan consumir. Hay metas a mediano plazo, conocer los beneficios de una dieta equilibrada. En el caso de los diabéticos ya viene el menú especial para personas que tienen la patología. Y las metas a largo plazo tienen que ver con instalar los hábitos de alimentación saludables y generar una mejor calidad de vida. Que puedan incorporar esos hábitos en su casa y ahora con la huerta y el trabajo del taller de cocina aprender a utilizar mejor las hortalizas en las comidas. Tratamos de que los talleres interrelacionen los temas trabajados.

¿En lo personal resultó un desafío seguramente?
Sí, es un cambio. Si bien ya hace tres años que venimos trabajando con adultos mayores con mi compañera Paula Sandoni fue un gran desafío; todas las etapas que hemos pasado  fueron muy gratificantes para nosotros. Desde poder conocerlos hasta leer libros para familiarizarnos más y tener otro tipo de conocimientos de cómo tratar y llevar adelante distintas situaciones que se pueden presentar. En especial destaco también el acompañamiento familiar que tuve y tengo de mis padres, hermanos, mi esposo y mi hija.

En la carrera hay más preparación para el trabajo con niños y jóvenes de pronto…
En la Facultad de Humanidades tuvimos seminarios de tercera edad, justo a mí me tocó presentar un trabajo final de ese tema y a partir de ahí supe que me gustaba hacerlo. Así como me gusta esto me encantó trabajar en la escuela especial, en primarias o secundarias.

La idea es apuntar a una edad nada pasiva, ¿verdad?
Exacto…Como directora le digo al grupo que nunca dejen de soñar, que siempre tratemos este trabajo con mucha responsabilidad, que nos sigamos informando, que preguntemos en caso de no saber. Pero gracias a Dios tenemos un equipo muy firme, que sabe lo que quiere y tenemos en cuenta a cada uno de los integrantes que están dentro del Club de Día. Acá no son 42 en general, cada uno tiene su historia, sus cualidades y sus mañas también y hay que atenderlas, con respeto y hay que sacarlos adelante. 

La atención del adulto mayor en todos los aspectos…
Justamente con este grado de responsabilidad que ya se venía trabajando con Paula Sandoni, que fue la que empezó con esto, yo traté de seguir la misma línea. Por la implementación de estos talleres de multiestimulación que son tan importantes para trabajarlos vienen a visitarnos ahora psicólogos y trabajadores sociales. Ellos van a presentar en un congreso la experiencia de cómo el adulto mayor, en este club de día, mediante esa estimulación que se da y las secuencia de actividades que se dan semanalmente en los distintos talleres con los respectivos avances que han tenido, ha podido dejar de lado ciertos medicamentos que tomaba a causa de sentirse mal o alimentarse mal.

Nota completa en la edición impresa de SEMANARIO EL ESPEJO del martes 20 de mayo