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1 de agosto de 2017

100 años cumplió la Sociedad de Fomento

Escribe:Walter Rodríguez - Profesor de Historia

Al fin llegó y nosotros somos los testigos. La Sociedad de Fomento “General San Martín” cumplió 100 años. Tras sí se inicia una nueva etapa para nuestro pueblo, hoy ciudad cabecera del municipio más joven de la Provincia. 
¿Pero qué era la Sociedad de Fomento? ¿Quiénes la fundaron? ¿Qué hicieron para ser recordada cien años después? Hagamos historia, ejercitemos la memoria. 
Este asocianismo vecinal nace promisoriamente en el año 1917, conoce la fructificación del trabajo en la década siguiente, los reveses de la crisis en la década del ’30 y el lento pero inexorable retraimiento en los siguientes años cuando el Estado toma nuevas direccionalidades y tareas que van a ir restringiendo los espacios de participación ciudadana directa y de toma de decisiones vecinales. No faltaron intentos de renacimiento y reactivación  pero estas vanas intenciones caen al poco tiempo en el olvido ante la indiferencia de los propios vecinos. 
Este agrupamiento vecinal elitista para unos o de avanzada para otros cumple un rol fundamental ante la ausencia o la indiferencia del Estado en las múltiples y, a veces, inabarcables tareas que estos mismos se proponen. Con el aporte directo de los vecinos (y con los riesgos que esto conlleva) la Sociedad encara, en primer término, labores viales y de mejoramiento de calzadas del pueblo pero las mismas necesidades comunes van a sobrepasar a sus tareas originales y desde sus reuniones y asambleas se vislumbra la preocupación por la educación (otorgamiento de ayuda económica para alumnos carenciados, censos rurales para solicitar escuelas), el bienestar general (solicitud de vacunas, sala de primeros auxilios, teléfono, templo o mejoramiento de plaza) o el esparcimiento (romerías, kermesses, carnavales, festejos patrios). 
Toda esta labor se descubre en el hurgar de sus actas pero la más visible materialización del esfuerzo permanece entre nosotros: el Salón Social (hoy Salón Cultural General San Martín) es una de las postales de  nuestro pueblo no por su belleza o monumentalidad sino por lo que este simboliza: es el primer edificio público hecho y levantado por la contribución de los vecinos y que desde 1926 es referente de la actividad cultural o de interés general de Lezama. Refugio de músicos, cirqueros, poetas, actores, intelectuales pero ante todo del pueblo mismo: variopinto con sus romerías y kermesses; jolgorioso en sus bailes de carnaval; silencioso en sus veladas teatrales; expectante ante cada estreno cinematográfico esperado; reclamante ante la asamblea vecinal; ávido ante las exposiciones locales y foráneas. Gran parte del pueblo ha concurrido a su sala como protagonista o espectador sin pensar en el esfuerzo y el trabajo de sus antecesores. 
Y junto a él, pequeña se levanta el otro gran aporte de la obra de la corporación que con mínimos sustentos económicos conservó, acrecentó y mantuvo desde sus estanterías la cultura escrita y la abierta disposición a servirnos, el pueblo todo, de ella. La Biblioteca “José Ingenieros” realizó una tarea anónima constante en medio de muchas necesidades edilicias pero con la intrínseca necesidad de ser el refugio de la cultura escrita. 
Es tanto lo realizado por la Sociedad de Fomento en sus casi 60 años de existencia  que nos desafía a escribir poco y decir mucho en un artículo pero imaginemos el esfuerzo de estos vecinos en la enorme tarea de transformar un caserío alrededor de la estación del ferrocarril en un pueblo. 
En la década de 1910, cuando se fundaron, la principal preocupación era mejorar los caminos que unían Lezama con los distintos parajes rurales y para ello compraron maquinarias, contrataron peones y hasta tenían inspectores, que eran los propios miembros de la Comisión Directiva, para que las tareas se cumplieran. 
En la década de 1920 decidieron que el potrero dispuesto para plaza fuera un paseo para los vecinos, así abrieron senderos, plantaron los famosos plátanos que la rodean, hicieron canteros y colocaron los primeros focos, iluminados a gas, cuando el pueblo aun no contaba con alumbrado eléctrico. Luego compraron varios terrenos sobre la Avenida Cobo y decidieron construir un salón social, que fue el primer edificio público de nuestro pueblo e iluminado, hoy Salón Cultural. 
En los años 30 encararon otra tarea, construir el primer templo católico pues Lezama no contaba con un edificio de estas características. Junto a la Comisión Pro Templo hicieron colectas, pidieron a todos, encargaron los planos, contrataron constructores y en 1938 colocaron la piedra fundamental de la futura Parroquia Cristo Rey para dos años después abrir definitivamente la misma al culto católico. 
En los años 40 reclamaron a las autoridades municipales y provinciales la construcción de escuelas rurales, haciendo posible el establecimiento de dos en los parajes de La Azotea Grande y El Destino, la ampliación de la única escuela urbana y la instalación del primer banco en Lezama, el Comercial de Chascomús, hoy desaparecido. 
En 1950 deciden darse un nombre propio y ahí pasan a llamarse Sociedad de Fomento “General Don José de San Martín” y levantan un mástil que aún existe pero que la mayoría de los lezamenses desconoce a sus autores, es el que se encuentra junto a la Estación del Ferrocarril. 
En los años 60 les devela el aspecto cultural y deciden fundar una biblioteca pública, la “José Ingenieros” en 1963. 
En los 70 dan el último grito de existencia pues el entonces Intendente Municipal de la Dictadura presenta un ultimátum debido a la inactividad social de aquellos años. Los asociados se reorganizan, crean comisiones de trabajo y en pocos meses deciden relanzar el Salón Social, llamarlo Sala General San Martín y hermosean el interior de la misma, ponen en valor el acceso y reinauguran el cine para volver a montar obras de teatro que se celebran con un festival donde tres compañías teatrales de Lezama presentan sus producciones, la compañía de Cancela, de Lito Páez y del grupo vocacional del Paraje El Destino. 
Luego en los años 80 fue expirando de a poco. 
En síntesis y para cerrar este breve artículo la pregunta es ¿qué sería hoy de nuestra ciudad sin la existencia, el trabajo y el denuedo de cuatro generaciones de vecinos? 

 

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