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18 de abril de 2017

“Dios sigue llamando vocaciones, sigue convocando pastores para su rebaño”

Parte de la entrevista a Matías Busqued de Semanario El Espejo del martes 18 de Abril.

Hoy se encuentra transitando la segunda etapa de la formación inicial en un camino que lo llevará a ser sacerdote, un recorrido que atraviesa acompañado por su familia, por la gente de todo el pueblo pero sobretodo, con el respaldo de Dios. 
“Esto empieza cuando tenía más o menos quince años, en mi primer campamento, en Tandil” - dice Matías - “todos los años la Diócesis va con un grupo de jóvenes a acampar a Villa Don Bosco donde se hace una especie de encuentro con Jesús. Allí uno empieza a descubrir un montón de cosas de la Iglesia que quizás en nuestros pueblos, por las realidades que tenemos o la falta de grupos de jóvenes se desconocen, y en mi caso particular empezó ahí, esa experiencia y encuentro con Jesús me llevó a querer conocer más, ver de qué se trataba la Iglesia, descubrir cosas nuevas, querer compartir eso que yo había vivido y a partir de ahí empecé a trabajar en la Parroquia, daba catequesis , teníamos un grupito de jóvenes, nos juntábamos los sábados y hacíamos cosas para poder viajar a los siguientes encuentros a los que la Diócesis nos invitaba.” 
“Entonces con esa inquietud sumado a lo que se iba formando en mi corazón - sigue el relato - de saber  de dónde salían los curas y cómo se hacía. Lo conocía a Lisandro de acá, del pueblo, y para mí fue siempre un testimonio, sabía que él se estaba formando, que estudiaba en un lugar determinado, que eran ocho años de formación, todas pequeñas cosas que vas descubriendo por inquietud, pero yo a su vez en el fondo sentía que eso podía llegar a ser para mí.”
No hacen falta preguntas, el futuro sacerdote continúa su alocución sin interrupciones: 
“Al principio me daba terror, decía ni loco me animo a ser cura. Siempre fui bastante libre con el tema de la Iglesia pero empecé a pensar por ahí en el que dirán cuando estaba más próximo a entrar, ya estaba todo encaminado, decidido y dije: como se verá esto en el pueblo, porque uno tiene familia entonces surgen esas dudas pero bueno, uno confía en otras cosas y dice, que Dios se encargue.”
“Así que empecé a participar más en cuestiones diocesanas, equipos diocesanos del Pastoral y comencé a charlar con un cura, el Padre Maximiliano Turri, que es ahora el Párroco de Nuestra Señora de los Dolores, y le dije: me pasa esto... yo siento que quizás podría llegar a ser en algún momento de mi vida sacerdote, ¿qué es lo que tengo que hacer? ¿Cómo se hace? El me dijo que lo había sorprendido y no, las dos cosas. Le sorprendió que me acercara y se lo dijera, pero él ya veía ciertos signos en mi comportamiento y en mi forma de actuar que podrían llegar a ser signos de vocación. A mí me llenó de alegría que alguien vea aquello que yo estoy intentando vivir, habla de que algo estoy haciendo bien.”

“Siempre intentaba acercarme a los seminaristas, estaba Lisandro (Rodríguez), Juan María Menchacabaso a quienes siempre podía hacerles preguntas, sacarme dudas que para mi fueron muy importantes, porque eran chicos más cercanos a mí en edad, Lisandro es de acá del pueblo, Juan María es de Chascomús, ahora es Sacerdote y está en Dolores, a él le debo un montón, compartimos incluso tiempo de formación porque cuando yo entro al seminario Lisandro había terminado el año anterior  y Juan María seguía en formación así que viajamos juntos , tuvimos actividades pastorales también, una guía, un hermano mayor para mí”. 
Matías continúa su relato diciendo: “Después de todo este camino previo, que fueron los últimos tres años de secundario, muy movilizadores, de romper estructuras y de sacar dudas,  fue cuando hablé con el Padre Maximiliano y me dijo como eran los pasos a seguir, había un camino previo que era el que yo venía haciendo, ahora acompañado de un camino de sacramentos, acercarme más profundamente a la reconciliación, a la eucaristía, cosas que ya venía haciendo pero encaminados a este orden, a querer entrar al seminario. Además de todo esto, previamente a entrar al seminario había que charlar con el Obispo que es quien da el visto bueno para que puedas acceder y quien después te acompaña en el resto de la formación y de tu vida también. Entonces así fue, me dijo que terminara el secundario tranquilo, que hiciera mi viaje de egresados, que cerrara todas las etapas, yo estaba estudiando inglés, y después veíamos que pasaba, charlaríamos con el Obispo y él diría si era ahora o más adelante. Yo tenía terror, tenía que sentarme delante del Obispo, porque es una autoridad y contarle mi experiencia, todo lo que sentía y me parecía que era poco y pensaba en qué me iba a decir pero él fue muy atento, es realmente un padre y me supo acompañar, me escuchó  me dijo que ya conocía un poco mi historia porque me veía participar en cuestiones diocesanas, y que veía que estaba preparado para dar este paso, así que Dios mediante al año siguiente entraría al seminario, esto fue en el 2012, yo egresé en ese año y en el 2013 que fue el año en el que Lisandro se ordenó de Diácono acá y fue un acontecimiento para el pueblo, ahí empecé la formación”.  
“La iglesia prevé un tiempo de ocho años de formación inicial, en nuestro caso son cuatro años de filosofía y cuatro de teología. El año pasado terminé los primeros cuatro años de filosofía por lo que este año comencé el primer año de teología, así que en esa etapa estoy.”

Nota completa en la edición impresa de Semanario El Espejo del martes 18 de abril de 2017

 

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